Viajar es vivir y, como en la vida, son los lugares menos esperados los que acaban determinando que un viaje sea más o menos especial. Uno ya sabe lo que esperar si viaja a Egipto para ver las pirámides, a Nueva York para pasearse por la 5ª Avenida o a cualquier otro lugar en el que las expectativas juegan un papel importante.
Muchas veces se cumplirán sin más; otras, se superarán y algunas, más de las que nos pensamos, ni tan siquiera nos aproximaremos a la idea que nos habíamos hecho de ellos. De ahí la importancia de salpicar de rincones imprevistos esos lugares que todos tenemos en nuestra lista mental. Un ejemplo, Myanmar.
Bagan y el Lago Inle eran los dos puntos fundamentales en mi itinerario. Marcados en rojo imaginario determinaron parte del viaje con resultados totalmente opuestos. Si Bagan me hechizó, Inle me decepcionó profundamente. Las principales guías lo marcan como un imprescindible en mi opinión completamente prescindible. En Myanmar no sobra el tiempo y existen pequeños lugares que merecen mucho más la pena. No pasa nada por no acercarse a un ‘punto caliente’. Así por encima os diré que sí, es un lago inmenso en el que se puede observa un estilo de pesca muy antiguo, pero totalmente dirigido a la foto de los turistas que pagan por un viaje en barco.
Yo lo hice. Poco más se puede hacer si una se acerca hasta Inle. El día es entretenido, pero hay que estar mentalizado para visitar todo tipo de fábricas artesanales de telas, cigarros y joyas. Es el peaje a pagar para ver el espectáculo (escaso) de los pescadores de Inle o de los sorprendentes jardines flotantes. Estos últimos tengo que reconocer que sorprenden con sus miles de tomateras creciendo cuando el lago se estrecha y crea infinitos canales por los que se mueven los habitantes de los pueblos que lo rodean. Las barcas, que tienen precio fijo, suelen costar alrededor de los 18 dólares y a más personas, menos toca pagar por cabeza. Así que, si algún día os dejáis caer por allí, intentad buscar un barco con más personas para ahorrar unos eurillos, que nunca viene mal.
El pueblo en sí tiene poco. Un viñedo a 4 kilómetros en el que poder degustar un vino de dudosa calidad – el vino blanco es más fuerte que el tinto- y un mercado que cada cinco días se convierte en un auténtico espectáculo de gente y olores. La mayoría de visitantes llegan a Inle tras un trekking de tres días desde Kalaw. El trekking merece la pena, pero si no está en vuestra lista, mi consejo sería dedicar esos días al sur del país. Por ejemplo, a perderse por Hpa-An y sus alrededores de ensueño.
Exacto. Hpa-An fue ese lugar inesperado en Myanmar que cambió la última de las semanas allí. Llegué con pocas expectativas tras pasar dos días en Mawlamyine, la ciudad colonial que enamoró a Kipling y Orwell, y que parece haber perdido todo su encanto tras décadas de descuido. Sirvió para visitar la Isla de los Ogros y bailarle a los buenos espíritus, pero poco más. La intensas lluvias que precedieron a las grandes inundaciones tampoco contribuyeron a elevar las expectativas. Llovió hasta aburrir, pero ya se sabe que las ‘malas’ situaciones ayudan a unir a las personas y gracias a la imposibilidad de hacer gran cosas en Hpa-An acabé por entablar conversación con Victoria, una chica argentina, y conocer a través de ella a Colin, Guus y Trixi.
Con ellos compartí las dos noches de cervezas y charla en Hpa-An y parte de mis dos últimos días en Rangún y, de no haber sido por el billete a Tailandia, me habría quedado algún que otro día más con ellos. Fueron de esas personas especiales que te cruzas durante los viajes. Pero no fue solo eso lo que convirtió a Hpa-An en uno de los mejores momentos del viaje, sino estas impresionantes vistas.
Se trata de la imagen que te devuelva la cueva de Kwat-Gone tras subir los muchos escalones que quedan fuera de la misma. Para entrar se deben pagar 3.000kyats, unos dos euros y medio. La cueva en sí no merece demasiado la pena si la comparas con la primera que visitamos, Ya-Thay-Pyan, pero el esfuerzo y el vértigo merecen la pena cuando una se encarama a lo más alto. No sé si me atrevería a decir que es el paisaje más precioso que he visto nunca, pero si uno de los que más me han dejado sin aliento. Solo la lluvia que empezó a caer cuando llevaba ya un buen rato admirando ese verde tan intenso me obligó a bajar hacia el tuk-tuk que nos esperaba.
El descenso fue casi a cámara lenta, pero feliz. La lluvia, que nos empapó en el resto de paradas nos respetó considerablemente en el momento más importante. Si conducís, alquilad una moto para visitar los alrededores de Hpa-An. Sino, apuntaros a una de las excursiones que cada día organizan los hostels y que, como en Inle, salen más baratas a medida que crece el número de integrantes.
El jardín de los 1.000 -por lo menos- Budas y la pagoda sobre una roca kárstica en el Monasterio Kyat-Ka-Lat completaron el recorrido. Faltaron varias cuevas que debido a las lluvias no podían visitarse. De hecho, me vino de uno o dos días el quedarme atrapada en esa polvorienta y ruidosa ciudad. Los ruidos son, desde luego, uno de sus principales problemas ya que una campana suena cada 15 minutos desde poco después del atardecer y a lo largo de casi toda la noche. Y, si eso fuera poco, un monje empieza sus oraciones altavoz en mano a eso de las cinco de la madrugada. Los tapones son, en Hpa-An, material imprescindible si tenéis el sueño ligero. Aun así, merece la pena desplazarse hasta este pequeño pueblo poco turístico y muy cercano a la frontera con Tailandia.
No os recomendaría el Sue brothers guesthouse, pero los alojamientos escasean en Hpa-An y es la opción más económica con habitaciones individuales desde 6 dólares. Son algo básicas y sucias, pero suele estar bastante lleno y siempre hay gente con la que charlar en alguno de sus balcones.
4 Comments
El futuro marido de PJ Harvey aunque ella no lo sepa aún...
24 agosto, 2015 at 3:00Joder, qué fotos! Si impresiona ya así, no quiero ni imaginarme lo que debe ser en vivo
Laura R.
24 agosto, 2015 at 16:20¡Espectacular!
melanie
2 abril, 2017 at 14:07Buenos días, muy bonito tu blog! una cosita: como llegaste a HPAN? estoy buscando si es posible hacer hpan a Inle en bus?
Laura R.
16 mayo, 2017 at 11:56Hola Melanie!
Perdona la tardanza en mi respuesta. A Hpan llegué vía Yangon. No sé cómo estará ahora el tema autobuses, pero hace dos años era imposible cubrir esas distancias del tirón sin pasar por Yangon. Mi recomendación es ir a Yangon, hacer noche allí y al día siguiente coger el bus hacia Hpan