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En busca de un buen café

Me había propuesto retomar el recorrido cronológicamente y hablar en este post de otro imprescindible de Myanmar como son los trekkings alrededor de Hsipaw, pero no. La actualidad manda y desde aquí quiero lanzar un serio aviso a todos aquellos adictos a la cafeína que se estén planteando visitar territorio birmano. ¡No lo hagáis!

Es broma, por supuesto. Pero prepararos para lo peor, un café del Starbucks aquí en Myanmar os parecería toda una delicia en caso de poder encontrarlos. ¡Qué digo una delicia, sería un tres estrellas Michelin de los cafés! Yo los anhelo. Diría que hasta sueño con ellos, pero mis sueños en esta ocasión no se están cumpliendo y aquí estoy, persistiendo hasta dar con ellos. Eso dicen que hay que hacer con los sueños, ¿no?

De momento, sin embargo, tanta persistencia únicamente me ha llevado a comprobar hasta que niveles puede llegar una a adaptarse a las circunstancias. Café aguado con leche condensada en el desayuno, pues café aguado con leche condensada. Polvos mágicos 3×1 con café, leche y azúcar, mucha, todos bien juntitos y hermanados. Un chorrito o dos o tres de agua bien caliente, un buen meneo y oye, que una acaba hasta encontrándolo rico cuando descubre que siempre hay que pedir un extra de agua caliente y evitar así que a una se le caigan los dientes de lo empalagoso que puede llegar a ser.

Algunos, no obstante, por más persistencia que una tenga se quedan en la taza. Sobretodo cuando empiezan las tonalidades marronosas de dudoso sabor como el de esta mañana en Yangon. Ni las 11 horas en autobús nocturno – sí, otra vez y ya van unas cuantas en Myanmar- han podido con un líquido difícil de definir.

El mejor café hasta el momento, y sin contar el latte del Starbucks de Bangkok, el del Ostello Bello de Bagan. ¡Con leche de verdad! Casi lloro cuando, además, me dijeron en recepción que los huéspedes tenían café, té y agua gratis todo el día. También cigarros birmanos de esos envueltos en hojas, pero a eso ni le presté atención. Mi mente se quedó clavada en esas jarras de café y leche y hacia ellas que se lanzó una y otra vez durante los tres días de estancia allí. Calculo que saldría a tres o cuatro tazones de esos grandes por jornada como si pudiera almacenar cafeína para los días de ausencia.

Después de este viaje creo, sinceramente, que podré darme directamente al café solo. Así, sin leche y sin azúcar como los valientes. Nespresso, I miss you!

1 Comment

  • El futuro marido de PJ Harvey aunque ella no lo sepa aún...
    31 julio, 2015 at 1:30

    Ahí sí que no tendría yo problema, porqué en mi vida me he bebido un café; pero Nocilla hay, no…? Dime que sí, o no voy ni de coña!!!!

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