Son muchas las preguntas y dudas que aparecen cuando una se plantea alargar el mes de vacaciones. Al miedo de salir de nuestra zona de confort durante un tiempo indeterminado se suman todo tipo de cuestiones más prácticas que pueden entorpecer el proceso de planificación. Trámites, equipaje, organización excesiva… son algunos de los aspectos que más preocupan. De ahí estos 10 consejos para planificar un viaje largo. No son infalibles, pero están pensados para facilitar un poco la preparación de la aventura.
1. Decidir el destino inicial: Parece obvio, pero no siempre resulta fácil hacerlo. En el post anterior os contaba que mi idea inicial era viajar a Malasia. Era el lugar desde el que empezar la aventura. Lo tenía claro y la guía estaba comprada desde ¡hacía dos años!
Aun así, Nepal se convirtió en serio aspirante antes de que el terrible terremoto descartara la idea muy pronto. Kuala Lumpur recuperó protagonismo, pero una serie de acontecimientos precipitaron a última hora que fuera Myanmar (vía Bangkok) el país elegido para empezar el viaje. Así que, sí, tener el destino inicial claro es prioritario.
2. Flexibilidad: Si el destino inicial es importante por el hecho de tener que comprar el billete de ida, no así tanto la ruta general a realizar. Si se tiene en mente estar más de dos meses de viaje es mejor dejar la vuelta abierta ya que nunca se sabe cómo puede darse el viaje.
Hoy en día existen tarifas suficientemente económicas para encontrar vuelos a precios razonables con dos o tres semanas de antelación por lo que, salvo que se sea un maniático de la organización y planificación, mi consejo es no comprar billete de vuelta hasta que la fecha de volver esté próxima. Si algo hace especial a un viaje de larga duración es, sin duda, que nunca sabes dónde puedes acabar. En el buen sentido de la palabra. Gente con la que te cruzas, consejos y recomendaciones o lugares que te enamoran o aterran al llegar son aspectos que pueden influir en los planes inicialmente trazados.
Es evidente que si, por ejemplo, se tiene pensado viajar a Myanmar o Australia, como es mi caso, se tiene que tener una idea de cuando ir durante el viaje por el tema de los visados. Pero una idea aproximada, no algo cerrado. A veces uno llega a lugares en los que tenía previsto estar solo tres días y acaba quedándose una semana… o toda la vida.
3. Presupuesto: No es lo mismo contar con una cantidad de dinero que otra. Es el aspecto que más determinará la duración del viaje. Existen fórmulas como el Couchsurfing y el Housesitting para abaratar costes. También los dormitorios compartidos y hasta trabajar unas horas a la semana en un hostel a cambio de cama y comida. Pero también regalos, caprichos, actividades inesperadas y percances que pueden trastocar nuestros planes. De ahí la importancia de calcular aproximadamente nuestro presupuesto.
Viajar no es una ciencia exacta, pero merece la pena dedicar un tiempo a establecer el presupuesto diario con el que se cuenta para saber no solo cuando la situación podría empezar a ser complicada, sino también para saber el ritmo que podemos llevar a diario. Siempre con cierto margen de error y flexibilidad. En Tailandia, por ejemplo, con 600 euros uno puede pasar un mes sin excesivos lujos, pero tampoco sin pasar hambre.
4. Pasaporte y burocracia: Imprescindible saber cuándo caduca el pasaporte para no llevarse sustos de última hora. Validez mínima de seis meses para cualquier país del mundo. Llevar fotos de carnet recientes es una buena idea por si en los países que se visita se requieren permisos, como es el caso de Myanmar.
Hoy en día la mayoría de países disponen de sistemas de visado telemáticos y muy rápidos. No está de más, sin embargo, sacarse de encima todo el papeleo y trámites para asegurarse que uno no tendrá problemas para entrar en los países elegidos. Imprimir cualquier comunicación enviada por las embajadas o servicio de inmigración y turismo para mostrarlos a la entrada.
5. Evitar el bucle de las listas: A todos nos gusta hacer listas. Listas de la compra, listas de buenos propósitos, listas a la hora de hacer maletas… Son útiles siempre que no se caiga en un bucle que nos impida avanzar. Si no tenemos control, la elaboración y posterior ‘actualización’ de listas es el primer paso hacia la procrastinación. Sí, no nos engañemos. Nos gusta hacer y rehacerlas en una especie de mecanismo de reafirmación no sé muy bien de qué.
Mi consejo. Coged papel y boli y sentaros tranquilamente a pensar qué necesitáis realmente para el viaje. Todo. Trámites, vuelos, equipaje y apuntad todo lo que os venga a la cabeza. Una vez terminada la ‘lista madre’, revisadla y tachad lo que a simple vista descubráis que, igual, no es tan necesario. Y, con ese resultado, volved a elaborar la lista definitiva separada por categorías. Incluso la de la maleta e ir poco a poco tachando las cosas que vayáis haciendo o guardando. Hacedlo lo más limpio posible, así evitaremos la tendencia a pasarla a limpio una y otra vez y llegar al día D con los deberes sin hacer.
6. No nos vamos a Marte: Así que salvo el pasaporte, todo puede conseguirse en el lugar de destino. La globalización es lo que tiene. Que nos hemos olvidado el bikini, no pasa nada. No nos vamos a quedar sin ir a la playa. Igual no es tan divino como el que nos habíamos comprado para lucir en las fotos, pero hará el mismo servicio. Lo mismo que si nos dejamos la crema del sol, el cepillo de dientes o ese libro que estábamos leyendo. ¡Qué no cunda el pánico!
7. Botiquín: De acuerdo. No nos vamos a Marte, pero preparar un buen botiquín sí es necesario. Lo más probable es que no lo utilicemos nunca más allá de algún ibuprofeno o tirita. Pero nunca está de más equiparse por lo que pueda pasar ya que no son muchos los países que tienen nuestra sanidad y conseguir medicamentos no es ni tan fácil ni tan barato. En otro post os hablaré de lo que, por lo menos yo, suelo llevar conmigo para casos de emergencia.
En este aspecto es igualmente importante tener en cuenta si se necesita algún tipo de vacuna para la zona que se quiere visitar. La mayoría de ellas duran unos 3 años -es el caso del Tifus por ejemplo- por lo que ponérselas suele servir para más de un viaje.
8. Básicos de calidad: Lo barato sale caro en cuestión de básicos de viaje y tanto en mochila como en botas merece la pena invertir algo más de dinero y asegurarse de que nos van a durar varios años. Es fácil caer en los precios económicos la primera vez que uno se plantea un viaje lejano. Para un par de trekkings y unas semanas no hace falta mucho más.
Pero si de ese viaje nacen otro muchos más llegará el momento en el que las Quechua de 30 euros ni aguantarán ni serán realmente cómodas. No hace falta comprarse unas profesionales, por experiencia propia, bastará con gastarse un poco más y optar por un modelo superior para tener mayor protección, comodidad y durabilidad. A la larga se agradece.
9. Un buen cojín de viaje: Puede parecer una tontería, pero no existe color entre pasarse 8 o 9 horas en un avión con el simple cojín que facilitan las aerolíneas que con un cojín propio. Los hay de todos los tipos -inflables, con bolitas que se adaptan, con forma o sin ella- y cualquiera de ellos es útil para hacer más cómodos los largos viajes de avión.
Mi favorito, no obstante, es la almohada cervical de la casa Muji. Como en el caso de los básicos de viaje, este cojín es algo más caro que la media, pero infinitamente mucho más útil. Al no tener la típica forma cervical es una buena opción para utilizarlo de almohada cuando nos encontramos con camas ‘complicadas’ en las que cuesta sentirse cómodo. Lo descubrí en mi viaje a Australia y, desde entonces, no falta como apéndice de mi mochila en cualquier viaje. ¡Mano de santo!
10. Mente abierta: Un viaje es algo imposible de planificar al 100%, así que lo más importante es llegar al punto de partido con la mente abierta y despejada. Solo así uno es capaz de disfrutar al máximo de cuanto acontezca en el tiempo en el que esté en movimiento.
Mente abierta y curiosidad son dos elementos fundamentales cuando alguien se propone marcharse un tiempo a recorrer mundo. Empaparse de la gente que conoce, de la cultura que visita y de las sensaciones que envuelven los días es asignatura obligatoria en este tipo de aventuras. Eso sí, sin miedo a los cambios que en uno mismo puede provocar un viaje de tal calibre. Mi récord de días está en 55, pero los 21 de Indonesia ya fueron suficientes para transformar una parte de mí. No quiero ni pensar qué puede suceder en 5 meses.
2 Comments
Adrián Castro
9 julio, 2015 at 2:23Y aliste desde el principio una buena sonrisa. Buena actitud ayuda a disfrutar de las filas y/o atrasos. Bueno es como mencionas: «mente abierta». Buen viaje!! Saludos desde Costa Rica
Laura R.
9 julio, 2015 at 17:28Gracias Adrián!! Una sonrisa y ¡PURA VIDA!