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De mercadillos por Tailandia

No nos engañemos, si hay algo que define por excelencia a Tailandia son sus incalculables mercadillos. Los hay de todo tipo. Desde el dedicado exclusivamente a los comestibles hasta los más turísticos llenos de recuerdos cutres y masajistas por cuatro duros pasando por los de prendas de imitación. No hay pueblo, por pequeño que sea, que no ofrezca a los visitantes un rato de consumismo. Sin mercado, no existes.

Baratos, inacabables en muchos casos y coloridos. Puedes encontrar de todo y son una buena alternativa para la noche. Por el día, entre la calor y la humedad, pueden resultar bastante agobiantes, sobre todo en Bangkok. Por eso, y tras 20 días mercadilleando, puedo asegurar que me quedo con los mercados nocturnos. Especialmente con el de Chiang Rai. Ni muy grande ni muy pequeño, artesanía y ropa y con un espacio dedicado a las paraditas callejeras de comida. Y es que, está visto que en Tailandia el mejor plan nocturno es ese. Mercadear, cenar por dos euros o menos y tomarse una buena cervecita mientras asistes a esperpénticos espectáculos de travestis cantando en playback. ¿Quién da más?

Aquí disfrutando de una parada técnica en pleno mercado nocturno

Aquí disfrutando de una parada técnica en pleno mercado nocturno

La clave para disfrutarlos se encuentra en la calma. Hay que poner en práctica la ‘thai mind’… pasear sin prisas, mirar, pero no demasiado (enseguida tendrás a los vendedores encima tuyo) y sólo preguntar por lo que realmente sea susceptible de engrosar tu equipaje de vuelta. Los precios, normalmente suelen estar inflados, así que no te de miedo el regatear. De partida siempre recomiendan ofrecer la mitad de lo que te piden y, después, en función de lo mucho que te guste el objeto ir subiendo poco a poco. Siempre sabrás si puedes apretar más, es muy fácil. Darse media vuelta e irse, si te siguen es que aún hay margen para pactar el precio. Si no lo hacen es que realmente no lo pueden rebajar más.

Esta táctica sirve, sobre todo, en el mercado de las imitaciones de Bangkok. Bolsos de las mejores marcas del mundo, polos, camisas, gafas de sol, relojes y hasta camisetas de fútbol en un mercadillo rodeado de burdeles de puertas abiertas que muestran a jóvenes tailandesas bailando sobre las barras. No faltan tampoco los ‘chulos’ o propietarios de los locales con el listado de espectáculos disponibles. Pero volvamos al tema de los mercadillos. Allí, los precios son aún más desorbitados. Saben que es la principal atracción para los turistas y es, por eso, que no hay que andarse con rodeos porque está comprobado que hagas lo que hagas al final siempre tendrás las sensación de que te están timando. Y es que siempre acabarás preguntándote si podrías haber sacado un precio mejor.

Mis recomendaciones son, por tanto, no titubear a la hora de marcar el precio que tu estás dispuesto a pagar, pero sin perder de vista que estamos hablando normalmente de objetos que valen 4 o 5 euros. Nos sucedió que, a veces, nos indignábamos por lo caro que lo considerábamos sin tener en cuenta que sacar unas pulseras por 40 céntimos sería imposible aquí. Así pues, ya lo sabéis, regatear al máximo pero entended que a veces ellos también se puedan ofender. Para la artesanía, mejor Chiang Rai y Chiang Mai; para la ropa y las imitaciones, sin duda, Bangkok. Más variedad y más margen de regateo si compras varias prendas a la vez. Ah, a veces hasta son los comerciantes los que te rebajan el precio si no regateas. Me pasó en mi última noche en Bangkok. No quise regatear porque estaba cansada en un puesto de fotografías y cuadros y el vendedor lo hizo por mí. ¡Lo nunca visto!

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