Menú

Volver a viajar sola por Sri Lanka

Llevo pensando en escribir algo por aquí desde el momento en el que compré los billetes para Sri Lanka. Puede que incluso más tiempo, pero solo eso: pensando. Me faltaban y me faltan las ganas o la fuerza de voluntad o encontrar el momento y no sé cuántas excusas más. No es novedad que hace demasiado tiempo que no acabo de sentir del todo mía esta web. Diría que casi tanto como hace que no me pierdo sola por el mundo por el mero placer de hacerlo, de sentir esa esencia nomadista que durante tanto años fui cultivando y que sigo creyendo que tanto me define.

Me gusta viajar sola. Confío en que siga siendo una afirmación en presente y no un pasado del que no creo estar preparada para prescindir si en Sri Lanka descubro que ya no es lo mismo. Esa misma confianza es la que tengo en recuperar las ganas de escribir por aquí sobre viajar sola por el mundo y todo lo que significa hacerlo. De momento, casi me he obligado a parar un rato esta tarde para escribir estas cuatro líneas que, com casi siempre, no sé hacía dónde me llevarán. Siempre es así. No soy de esas que planifican bien lo que quieren decir. Me sucede lo mismo con los viajes, odio planificarlos. Tampoco soy de las que dejan a medias los post y los van haciendo de poco a poco. O del tirón o nada. Así que aquí estoy.

Acabo de hacer la primera selección de ropa para el viaje y reconozco que ya me he estresado un poco al ver que, como siempre, habrá que hacer doble o triple criba. En este viaje me gustaría, si cabe, viajar más ligera que nunca. Me lo pide el cuerpo y, sobre todo, la mente. Por primavera vez en todos estos años de viajes siento que viajo movida por cierta necesidad. Necesidad de desaparecer, necesidad de reencontrarme y necesidad de ordenar ideas, personas y hasta viejos traumas. Me parece demasiado equipaje – y presión- como para cargar con un peso extra en la mochila. La ropa justa, el ordenador para escribir, la cámara de fotos, una libreta y un libro, y a demostrar que creo de verdad en el menos es más. Ligereza física para una ligereza mental.

Me asusta, entre muchas otras cosas que ya conté aquí, generar demasiadas expectativas para estos 25 días en los que viajaré sola, pero también acompañada durante unos días por mi hermano. Tengo ganas de llegar al aeropuerto de Bandaranaike, respirar hondo y entregarme al bonito caos asiático. No sé cómo será Sri Lanka, pero me apetece mucho su verde, su todo. Los que habéis seguido mis viajes ya sabéis que siento auténtica devoción por esta zona del planeta. Aquí me siento en calma y ligera. Eso es lo que busco para apagar cierto ruido mental. Mi lado más emocional ya no sabe lo que piensa y mi lado más racional no entiendo lo que siente. El equilibrio y entendimiento de mis dos piscis nunca ha sido mi fuerte.

El viaje, además, llega en el momento perfecto. Vale, lo he escogido yo. Pero en las últimas semanas han sucedido cosas -malas, pero también buenas- que hacen que estos días lejos de Barcelona se conviertan en una especie de reset. Un reset tras tres años y medio con la sensación de haberme quedado a mitad de camino y de haber seguido, básicamente, lo que me venía dado por terceros o por las casualidades. No quiero que suene a queja, pero sí a argumento para entender un viaje que es mucho más que eso. Es un alto en el camino. Un recalibrar sueños, anhelos y talentos.

Hace unas semanas terminé mi primer libro. Suena estupendo, pero todo el proceso ha sido duro. Costoso. En junio verá la luz y aprovecho ahora para ‘huir’. En los últimos días, además, he perdido varios clientes que, pese a no entusiasmarme, me permitían pagar el alquiler. Regresaré con ciertas urgencias, pero me sirve de motivación para redirigir la vida que dibujé hace cuatro años. Sé que hay personas cercanas que no entienden todo este proceso. Soy lenta. He necesitado tres años para gestionar muchas cosas a un ritmo que no es el de otros. Creo que, en parte, por eso me gusta tanto Asia. Por su ritmo más lento, pese a su caos.

Reconozco, sin embargo, que es frustrante repasar todas las anotaciones de entonces y darse cuenta de que aquellas ideas ya hay quien las ha empezado a desarrollar. No pasa nada, hay espacio para todos o eso me digo. Pero toca refinir y rediseñar, por fin, todo lo que implica La Nomadista. Pero eso será después de Sri Lanka. Ya habrá tiempo para explicarlo por aquí o en redes sociales. En las próximas semanas simplemente espero fluir, regalarme un viaje reparador y bombardearos con contenido sobre el antiguo Ceilán y sobre volver a viajar sola. ¡Me encantaría que me acompañaseis!

No Comments

    Leave a Reply