Me siento y empiezo a teclear sin tener muy claro qué escribir, qué contar… Sigo algo noqueada por haber descubierto que hace más de dos años que no publico nada por aquí. Sabía que hacía mucho tiempo, demasiado, que no escribía, pero no tanto.
Octubre de 2019. Volver a la escritura se titulaba el último post en un intento, tal vez, de convencerme de que no se avecinaba un tsunami que me ha tenido paralizada y conteniendo la respiración durante dos años y poco, pandemia de por medio.
Ahora siento que empiezo a recuperar una cierta respiración acompasada, aunque con tendencia a la agitación con o sin motivos. Esta primera semana de 2022 está siendo toda una declaración de intenciones. Supongo que por eso también estoy escribiendo. Es mi manera, veremos si efectiva, de anunciarlo. De anunciármelo.
Quiero volver a escribir, pero sin que resulte algo demasiado denso y pesado. No quiero que sea una obligación. Me estoy quitando de tantas que fui acumulando durante años. Obligaciones propias, las justas. La de terceros, las necesarias e inevitables. No quiero que escribir sea una presión, sino un disfrute y una manera de entender(me) mejor todo lo que sucede en mi cabeza, pero sobre todo en el mundo particular que cada uno de nosotros habitamos. Tratar de entender el mundo, así en general, puede resultar no solo agotador, sino dañino e incomprensible para alguien que busca constantemente definiciones, respuestas y confirmaciones de todo lo anterior.
Entender ese mundo particular del que hablo tampoco es que sea tarea fácil. De hecho, tampoco quiero entenderlo del todo, prefiero aceptarlo, vivirlo… y mejorarlo. Sin grandes algarabías ni propósitos de vida superiores. Menorca, sin duda, me ayuda en el planteamiento. De la isla hablaré mucho, y de esta vida islada que parece asentarse tras dos años de intensa batalla personal en la que las definiciones que tanto me gusta elaborar han ido cayendo, caducas y a veces ajenas.
Empiezo a creer que Menorca era la continuación lógica de un cambio de vida casi radical que inicié con La Nomadista. Primero fue la ruptura inconsciente de una vida muy bien definida; después la idealización de otra vida, la viajera, igualmente instalada en «lo que debía ser»; siguió el caos y la confusión máxima, la disolución y miedos – con una pizca de instinto vital con algunas decisiones o sucesos- y ahora una vida instalada en un entorno que, curiosamente, agita mis planteamientos de vida desde una calma y una esencia básica, que me lleva a redefinirme en casi todos los aspectos que puede tener una vida.
Miro por la ventana. Hace frío en el interior de esta casa con exceso de humedad, pero que reconforta con las vistas del campo verde y los primeros amarillos de la Vinagrella. Sonrío. Para no saber qué escribir, no está mal la parrafada que me ha salido así con simplemente empezar a teclear y dejarme llevar. Había olvidado la sensación de escribir y sorprenderme con lo fácil que sale todo. Otra cosa es que este texto pueda interesar a alguien. Aunque, la verdad, hoy escribo para y por mí. Para desentumecer los dedos y la mente escritora.
Han tenido que pasar más de dos años para volver a plantearme escribir regularmente en este blog – que va a cambiar de aspecto sí o sí- y darme el permiso de creer que puedo contar lo que me apetezca en él: mis viajes, por supuesto -vuelvo a tener ganas de viajar, aunque de otra manera-, pero también mis reflexiones de vida y de mujer, mis experiencias, lecturas y miscelánea varia y mi vida isleña e islada con lo bueno y lo malo que encierra y todo lo que te enseña.
Me gustaría decir que he vuelto y podría hacerlo. Total, no creo que haya mucha gente que lea mi cántico de victoria. Por lo menos, ahora de inicio. Pero la verdad es que aun no acabo de confiar en mi fuerza de voluntad. Tengo motivos para no tomarme demasiado en serio… en esto de escribir. Como también en lo de hacer yoga o deporte a diario, ponerme en forma o trabajar en algunos proyectos creativos que hace mucho tiempo que voy traspasando de una libreta a otra.
Evito desilusiones innecesarias y promesas poco convincentes para no seguir alimentando ese «debería ser así». Será lo que tenga que ser o lo que yo decida que sea. De momento, he vuelto a escribir y eso ya me hace feliz. Intentaré volver a hacerlo en los próximos 7 días porque me gusta, me sienta bien y me apetece pasarme por aquí cada semana.
Sin prisas, en calma. Como la Vida Islada.
No Comments