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De ruta gastronómica por Toulouse

Hace ya unos años que mi padre me soltó una frase que se me quedó grabada. Regresaba yo de un viaje increíble a Marrakech, enamoradísima de sus olores, de su luz, del azul intenso del Jardín Majorelle y, por supuesto, de su comida. ¡Qué festín de sabores! Mi cara debía ser tan explícita como para que mi padre dictara sentencia: «¿Te has dado cuenta de que sí, Marrakech muy bonito, pero solo haces que hablar de lo bien que has comido? Siento decirte que eso significa que te estás haciendo mayor».

No mentía mi padre. Nunca lo hace. Tenía razón. Empezaba a valorar otras cosas, a hacerme mayor y, desde entonces, la comida siempre ha sido un motivo o argumento importante en mis viajes. El sudeste asiático no solo me vuelve loca por sus verdes arrozales y aguas cristalinas. La comida es, para mí, uno de los grandes placeres de la vida. Disfruto como una enana y los viajes gastronómicos me pierden como pude volver a comprobar hace apenas unas semanas en Toulouse. ¡Oh là là!

Toulouse lo tiene todo. Rincones arquitectónicamente interesantes, callejuelas por las que perderse y una gastronomía exquisita. Si te invitan a un fin de semana gastronómico ya ni os cuento… ¡una delicia de ciudad! La red de trenes de alta velocidad francesa, Renfe-SNCF, y  la Oficina de Turismo de Toulouse nos prepararon una ruta por algunos de los mejores restaurantes de la ciudad. Y, como lo prometido es deuda, aquí tenéis algunas recomendaciones para no dejar de chuparse los dedos en la Ciudad Rosa. Comer, beber y dormir como reinas… un sueño hecho realidad.

J’adore le fromage

2017-07-15 17.28.59Primero, el aperitivo. Queso, queso y más queso es lo que encontramos en ‘Xavier’. Dicen que es la mejor quesería al sur de Francia. El paraíso para los amantes del queso; un suplicio para los que no. Los olores son intensos en esta pequeña tienda muy de estilo francés situada en la Plaza Víctor Hugo.

No soy muy partidaria de los reportajes publicitarios, así que os aseguro que nada tiene que ver con lo bien que nos trataron. Solo escribo de lo que realmente me gusta y de lo que creo que puede ser de utilidad para otras viajeras y os aseguro que esta deliciosa esquina es lo más. Desde 1976 llevan curando quesos y vendiéndolos no solo en Toulouse, sino en el resto de Francia e incluso a países vecinos como España. Una se vuelve loca ante tanta variedad de quesos.

No sé si la palabra para definir el lugar en el que se curan los quesos es obrador. Lo desconozco. Solo sé que unas escaleras más abajo de la tienda, el sofocante calor de Toulouse se convierte en casi frío polar. Diferentes salas de paredes de piedra y temperaturas que no superan los 10 grados se convierten en el lugar en el que los quesos acaban de curarse. Aquí fue dónde recibimos un par de clases magistrales en formato express. Entre ellas, descubrir que, en realidad, el 80% de los quesos maridan mucho mejor con vino blanco que con tinto. Igual era una evidencia, pero yo tenía la creencia contraria. Los responsables de ‘Xavier’ se encargaron de demostrarlo con un maridaje que unió los mejores quesos del lugar con los mejores vinos de la región. ¿He dicho ya eso de ‘Oh là là’?

El mejor bar de vinos del mundo

2017-07-15 21.05.36Soy muy dada a la exageración cuando algo me entusiasma. De ahí que acumule tantos trozos de paraíso en mis viajes. Pero esta vez no lo digo yo, sino los expertos que año tras año premian a los mejores vinos y, también, a los mejores establecimientos en los que degustarlos. Es el caso del Nº5 Wine Bar, considerado en 2016 y 2017 como el mejor bar de vinos del mundo. ¿Argumentos a favor? Sus más de 3.500 referencias  y algunos de los caldos más especiales del mundo. Por ejemplo, el más antiguo del que se tiene referencia. Data del siglo XVII, es portugués y cuesta tan solo unos 7.000 eurillos la copa. ¡Calderilla!

Nosotras no tuvimos el honor de probarlo. De hecho, creo que me habría dado 2017-07-15 20.49.26cosilla. ¿Cómo saben que ese caldo se puede beber? Pero sí pudimos degustar, creo recordar, unos 6 vinos distintos -algunos de 18 euros la copa- junto a las exquisitas tapas o platillos que prepara la diminuta cocina de un local que, de entrada, engaña. Las botellas de vinos dominan el espacio, pero nunca dirías que te encuentras en un lugar tan prestigioso. Gazpacho verde con helado de albahaca, huevo a baja temperatura con setas, puré con pistachos, un jamón dulce trufado estratosférico… y vinos de todos los rincones del mundo. Imposible recordar todos los nombres. Tampoco sería de mucha utilidad puesto que cada día seleccionan unos 30 para la zona de ‘autoservicio’. En ella incluyen todo tipo de caldos ya sea por precio o por procedencia. No dejéis de probar los Fronton y los Gaillac, las dos denominaciones de origen más importantes de la zona. Entre vosotras y yo, mejor el Gaillac.

¡A la mesa!

Toulouse no comparte horario español en cuanto a las cenas, pero es posible sentarse a la mesa hasta una hora relativamente tarde. Se nota su carácter joven y desenfadado y no faltan opciones. Desde la gastronomía típica de la zona como la cassoulet hasta calles repletas de restaurantes indios o rincones españoles como el que nos salvó la vida a nuestra llegada a la ciudad a eso de las 23h. Unas olivas, un poco de embutido ibérico y un agradecimiento infinito mientras sonaban ‘éxitos’ de la música española.

Lo mejor, sin embargo, estaba por llegar. Si tenéis pensado visitar la Ciudad Rosa no podéis no reservar mesa en el restaurante Emile, en plena plaza de Saint George. Aunque los entendidos y los premios dicen que tiene la mejor Cassoulet de Francia, optamos por el menú degustación. Raviolis de langostinos con una salsa de crustáceos para chuparse los dedos y un magret de pato con salsa de especias y miel indescriptible. Tanto como sus postres de construcción imposible. El menú no es barato (32 euros por persona), pero merece mucho la pena. Existe una opción más económica por 22 euros. También más caras.

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Para platos más tradicionales y un ambiente más clásico, el restaurante Bibent. Su chef Christian Constant vendría a ser un Pepe Rodríguez a la francesa o un Jordi Cruz. Un chef celebrity  que participa en programas de televisión relacionados con la cocina. Los platos resultan demasiado contundentes para la cena, pero la ubicación es inmejorable en plena plaza del Capitole. Solera y clasicismo. Y buen sabor, por supuesto.

2017-07-16 13.05.19Algo que echamos en falta en el brunch dominical en el Sandyan. La apuesta exótica del chef Yannick Delpech (con estrella michelin) decepcionó. Un batiburrillo de platos y sabores tan diversos como un croissant de frambuesa con una tortilla japonesa o un gazpacho. Algo extravagante incluso para un domingo a media mañana. Su pastelería, sin embargo, es un must obligado si os gusta el dulce.

Hay que decir, no obstante, que con mayor o menos acierto no dejamos casi nada en el plato en ninguno de los restaurantes. Incluso hubo espacio para algún extra fuera del menú. Aquí van algunos de nuestros pecados gastronómicos:

 

Bonus track… y a dormir como reinas

Violetas caramelizadas. Una adicción de extraño sabor a medio camino entre una gominola y una flor. Una especialidad de la región, que se aplica a todo tipo de productos gastronómicos. O las bebidas sólidas, sí, sólidas de Bwamoa. Un concepto algo extraño por estos lares -no solo en Francia-, pero de inspiración asiática. Bebidas no alcohólicas que juegan con los trozos de fruta, las bebidas gaseosas, los tés y los siropes de sabores y que se sirven en vasos cerrados al vacío. El de hibiscus es un gran refrescante.

Y, por último, un buen lugar en el que alojarse. Después de horas de caminatas y comidas y cenas más que copiosas, la tranquilidad y las camas mullidas del Hotel Albert 1erUn hotel recién renovado, tranquilo, de personal encantador y a dos calles del casco antiguo de Toulouse. Y, para no desentonar con el viaje, con un desayuno delicioso.

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